¡Gracias lector por abrir esta página!
Antes que nada, aviso de que esta parte del blog se desvía un poco sobre el juego de AC. Ahora mismo soy Glimmer, que 'actualizo' esta página que ha creado Vacarena (otra escritora). Deciros que bueno, ella hizo este detalle por mí, una parte donde está dedicada a mi otro blog:
LIBROS DE MI MENTE
Libros de mi Mente es mi otro blog donde escribo pequeñas novelas que estoy escribiendo y que voy publicando ahí los capítulos. Actualmente, hablo también un poco de los nuevos libros que se están vendiendo muchos, hablo del cine, películas de libros, actores de grandes películas, fotos de rodajes, la música es la misma radio azul que hay aquí y mucho más, pero principalmente me centro en los capítulos y mis novelas. Simplemente, os invito a que os paséis, os hagáis seguidores/as y que léais mis novelas. ¿Temas? Hay novelas que tienen toques de miedo, toques románticos, aventureros, tristes... Un poco de todo :3 Pero sobretodo, ficción. Va a haber ficción siempre (o al menos, se intenta xD). Aquí iré dejando siempre el primer capítulo de cada libro que se está publicando, y así, os dejo con la intriga e.é Espero que os paséis y que os guste mi manera de escribir :)
PRIMER LIBRO: La Aprendiz del Vampiro
Capítulo 1
Me levanté por la mañana un poco cansada porque la familia Joans estaba
de obras en la casa, estaban ampliando la cocina. Era una familia rica,
ya que le había tocado dos veces la lotería. Una familia con suerte en
el dinero. Esa mañana mi padre estaba en casa. Es raro, normalmente
estaría trabajando en la empresa.
-¡Kat!-me dice mi madre-buenos días. Tenemos que darte una gran
noticia-me dice entusiasmada. Yo le echo una mirada a mi padre y él me
dedica una simple sonrisa de vergüenza.-¡Nos mudamos!
-¡¿Qué?!-grito-¡¿por qué?!
-A tu padre le han destinado a New York. Su empresa está aumentando por
momentos y se tienen que expandir. Tu padre se convertiría en jefe de la
empresa en New York y...-la corto en el instante.
-¡Tendré que aprender más cosas!-le digo, refiriéndome a un idioma.-Me
cuesta mucho los idiomas, encima, tendré que hacerme nuevos amigos y
tendré que ir a un instituto nuevo, con seguramente, nuevas
asignaturas-les digo.
-Sí, pero mira el lado bueno.
-¿Qué lado bueno, mamá?
-Aprenderás nuevas costumbres, un nuevo idioma, nuevas cosas
-Tendrás que hacer nuevos amigos, claro. Pero te adaptarás
fácilmente-dice mi padre.-Encima, me subirán el sueldo. Tendremos una
casa más grande y quizás, criadas.
-Quizás-replico.-No me gusta la idea.
-Habrá playa...-dice mi madre, con tono de convencerme, pero no es así.
-Cómo si aquí no hubiese
-Aquí hay, no hayamos dicho que no haya, pero aquí, las temperaturas son
más altas que allí. Allí hará fresco y no iremos a menudo.
-Estás bien informada-le digo a mi madre con una mirada asesina.-Bueno, lo tendré que consultar con mi interior...
-Tienes cinco días como mucho-me dice mi padre.
Asiento con la cabeza y me levanto, lista para ir al instituto. Preparo
la maleta. La idea de mudarme me atrae, porque podré conocer a gente
nueva, también aprenderé más cosas de las que sabía. La parte que me
horroriza es que nunca volveré a ver a mis amigos, ni podré volver a mi
lugar de origen, porque nunca sabremos cuando le darán las vacaciones a
mi padre; igual se las dan en mitad del curso escolar... ¡Qué no, qué
no!
Me despido de mis padre y me voy hacia el instituto. Hoy voy temprano,
raro, pero es cierto. Por el camino, voy sola, meditando sobre las cosas
de la mudanza, las cosas buenas y las cosas malas. No sé cómo se lo
diré a mis amigos y a mis amigas... Voy cruzando el puente que dirige al
instituto y me encuentro a Debbie, mi mejor amiga.
-Hola Kat-me dice.
-Hola Deb. Tengo que comentarte un asunto...-le digo con una cara triste-ahora que estamos solas.
-¿Es algo malo?
-Depende de qué punto de vista lo veas
-Venga vale, cuenta.
-A mi padre lo han destinado a New York y por mucho que yo no quiera me tengo que ir con él y mi madre.
-Estás de coña... ¿en serio? ¿Me lo juras?
-No, es verdad. Te lo juro. Yo no me quiero ir...-le digo mientras una lágrima me baja por la mejilla.
-Es que no te puedes ir. ¿Y el instituto? ¿Y los demás? ¿Y por qué a New York?
-La empresa está aumentando por momentos y quieren llegar lejos
expandiéndola por lugares lejanos. Mi padre es uno de los empleados más
fieles del jefe y si se va a New York, será el jefe de la oficina que
monte allí
-Pero puede rechazar el contrato-dice mi amiga, con la cara llena de
ideas para que me quede. Niego con la cabeza.-Mierda, ¿ya lo ha firmado?
-Sí
-Y tiene que ser New York...-me dice triste.
El resto del camino no hablamos, yo ya me he tranquilizado contándoselo.
Se le veía afectada, y mucho. Éramos las mejores amigas desde que
nacimos y ahora me tengo que separar de ella.
-Míralo por el lado bueno-me dice-podrás descubrir más lugares y nuevas lenguas...
-¿Sabes? Te pareces a mis padres... además, para mí ya es algo "bueno" pero... ¿y para ti?
Las demás clases pasan normales hasta la salida. Debbie me da una nota y
me dijo que la leyese en casa. No me podía resistir y mientras cruzaba
el puente, vacío cómo siempre, abro el trozo de papel que estaba doblado
a la perfección.
Kat, no pasa nada. Si te tienes que ir es que te tienes que ir. Yo lo
soportaré, pero quiero que estés tranquila porque quiero que sepas que
no tendré una mejor amiga como TÚ. Vete a New York, ya hablaremos
Al leer la nota me hace llorar y dos lagrimones me salen de los ojos.
Esa noche no cené y el resto de la semana lo pasé fatal guardando mis
cosas de los cajones. Decidí dejar fuera mi peluche favorito: Mie, un
gatito blanco y peludo. Mi último día, mis padres me dicen que si
quiero, puedo ir a despedirme por una última vez de Debbie. Yo acepto
encantada, subo a mi habitación, cojo mi peluche y cojo calle arriba en
dirección a la casa de Debbie
SEGUNDO LIBRO: Mis Juegos del Hambre
Capítulo 1
Me levanto con el corazón a cien por hora, he tenido la misma pesadilla.
Ya casi es el Día de la Cosecha de este año y lo que he soñado es que
salía de tributo chica. Me quedo tumbada en la cama, pensando en que me
ocurriría si saliese tributo... ¿sobreviviría? Supongo que no. Ni me
acercaría a los ocho finalistas. Me calmo tumbada en la cama, el corazón
ya late a su ritmo normal. Me levanto y me meto en el cuarto de baño.
Aún son las seis de la mañana cuando salgo del servicio y no tengo ganas
de seguir durmiendo, por miedo a que aparezca de nuevo la pesadilla de
la que acabo de despertar. Me visto con ropa cómoda porque necesito ir a
la pradera, es el lugar más tranquilo de mi Distrito y sin dudas, mi
favorito. En mi Distrito hay algunas fábricas en las que se dedican a
trabajar los vehículos, porque mi Distrito es el 6 y se dedica al
transporte, no tenemos ni un sólo coche, ni una moto... Sólo tenemos la
estación del tren, en la que se paran algunos trenes para repostar o
trenes que están averiados y los tenemos que arreglar. Sólo vemos algún
que otro coche o vehículo cuando en el Capitolio se estropean. Los
Distritos que están cerca del mío son el 2, el 4 y el 11. En el Distrito
11 se trabaja la agricultura, y es el Distrito más grande de los 12 que
hay. También tenemos cerca el Capitolio, por eso nos dedicamos al
transporte, porque vivimos cerca de él. En el Distrito 4 se dedican a la
pesca (ya que viven al lado del mar) y el Distrito 2 se dedica a
proveer bloques de piedra y herramientas de talla. Nunca he salido de mi
Distrito y todo lo que sé sobre el resto de Distritos lo he dado en el
colegio.
Salgo de casa y me voy a la pradera. Hay personas de mi Distrito que son adictos a la morflina, que es una especie de droga. Bueno, es una droga en general. Mi madre se separó de mi padre porque era adicto a esa droga, por eso, ahora sólo vivo con mi madre, no tengo hermanos ni hermanas. Para ir a la pradera, tienes dos caminos; el primero es el más largo y tienes que ir a la plaza del Ayuntamiento, que está justo en frente del Edificio de Justicia, a parte, tienes que pasar varias calles largas. El otro camino es el que yo siempre cojo, es el más corto, pero para ello tienes que haber estado viviendo en este Distrito desde años, porque hay algunas personas que no son capaces de memorizar las calles que hay que coger y se pierden. Yo de pequeña, iba con mi padre a la Pradera y siempre cogía el segundo camino. Hay callejones estrechos que conducen a otras calles, es como un laberinto. En media hora o en mucho menos, ya estoy sentada en el suelo de la verde pradera, que sólo tiene algunos árboles. Al lado de la pradera, está la alambrada, una red bastante alta (de unos seis metros de altura y que rodea todo mi Distrito) que está la mayoría de las veces electrificada, porque al otro lado hay un inmenso bosque que la mayoría de los habitantes quieren salir huyendo y vivir en él para olvidarse de los Juegos, pero como he dicho, la alambrada casi siempre está electrificada y los agentes de la paz no paran de pasear cerca y es imposible pasar al otro lado. Sólo los mejores cazadores y los más intrépidos se cuelan al otro lado para cazar animales salvajes (ciervos, conejos...), pero cazar está contra las leyes. Recuerdo una vez en la que un hombre tenía a su mujer a punto de morir de hambre y excavó muy hondo en la tierra que hay junto la alambrada para colarse y cazar algo. Un agente de la paz lo vio volver con varios conejos cazados y estuvieron a punto de ahorcarle, pero le perdonó la vida y le dejó llevarse los conejos.
Me tumbo en el verde campo y miro al cielo, que tiene un color celeste. Me quedo tumbada, pensando en la pesadilla una vez más. ¿Será verdad que saldré en los Juegos del este año o ha sido sólo una pesadilla normal? Muchos niños sueñan que salen como tributos. Yo lo soñaba cuando era más pequeña y me despertaba llorando. Mi madre venía para cogerme entre sus brazos y tranquilizarme. Me acompañaba cada vez que tenía esa maldita pesadilla y se quedaba sentada en el borde de mi cama hasta que estuviese de nuevo dormida. Este año se celebran los 68º Juegos del Hambre, que exactamente empieza la semana que viene. Cierro fuerte los ojos porque no soporto la idea de que mi nombre salga de aquella urna. Los abro de nuevo y veo como dos sinsajos vuelan camino del bosque. Los sinsajos es una especie de ave del Capitolio. Un año, los Distritos se revelaron contra el Capitolio y éste creó los charlajos, que eran capaces memorizar cualquier conversación humana, de ese modo, el Capitolio se enteraba de los planes de los rebeldes. Cuando éstos se dieron cuenta, empezaron a conversar de manera falsa, mientras que tenían otro plan en mente. El Capitolio se dio cuenta y abandonaron a todos los charlajos. Estos pájaros se aparearon con las hembras, llamadas sinsotes y de ahí salieron los sinsajos. Los sinsajos también son capaces de memorizar algunas notas y se callan para oírlas y memorizarlas.
Me incorporo poco a poco hasta que logro sentarme. Ya es hora de que vaya a casa, mi madre debe de estar levantada y puede que preocupada, aunque creo que sabe dónde estoy. Me levanto y ando hacia mi casa, cogiendo de nuevo el camino de antes, el más corto. Antes de adentrarme en las estrechas calles, me detengo y lo pienso mejor, para echar el paseo iré por el camino largo. Me doy media vuelta y empiezo a andar. Al cabo de varios minutos, ya estoy en la plaza del Ayuntamiento y veo que hay personas que están preparando el escenario, la gran pantalla, las cuerdas donde se clasifican los niños... Me entra un escalofrío por la espalda y salgo corriendo hacia allí para no tener esa idea en la mente. Por el camino, me encuentro a hombres y algunas mujeres que van de camino hacia las fábricas para trabajar. En este Distrito, cualquier trabajo (cuidar de la casa de otra persona, trabajar en las fábricas, cuidar de los niños de otras personas...) sirve con tal de conseguir un poco de comida o algo de dinero. Por fin llego a casa y veo que mi madre está en la cocina, bebiendo té. No me dice nada cuando llego porque seguro que se imagina donde he estado.
-¿Otra pesadilla?-me pregunta, dejando de beber y yo asiento con la cabeza.
Ella se levanta y me da una taza de té. Está caliente y me la voy bebiendo despacio. Cuando ya he terminado de beber, pongo la taza en el fregadero. Mi madre se va a trabajar; se queda de niñera con algunos niños. Me quedo de pie al lado del fregadero pensando en qué hacer hasta que llaman a la puerta y presiento que me van a quitar el aburrimiento.
Salgo de casa y me voy a la pradera. Hay personas de mi Distrito que son adictos a la morflina, que es una especie de droga. Bueno, es una droga en general. Mi madre se separó de mi padre porque era adicto a esa droga, por eso, ahora sólo vivo con mi madre, no tengo hermanos ni hermanas. Para ir a la pradera, tienes dos caminos; el primero es el más largo y tienes que ir a la plaza del Ayuntamiento, que está justo en frente del Edificio de Justicia, a parte, tienes que pasar varias calles largas. El otro camino es el que yo siempre cojo, es el más corto, pero para ello tienes que haber estado viviendo en este Distrito desde años, porque hay algunas personas que no son capaces de memorizar las calles que hay que coger y se pierden. Yo de pequeña, iba con mi padre a la Pradera y siempre cogía el segundo camino. Hay callejones estrechos que conducen a otras calles, es como un laberinto. En media hora o en mucho menos, ya estoy sentada en el suelo de la verde pradera, que sólo tiene algunos árboles. Al lado de la pradera, está la alambrada, una red bastante alta (de unos seis metros de altura y que rodea todo mi Distrito) que está la mayoría de las veces electrificada, porque al otro lado hay un inmenso bosque que la mayoría de los habitantes quieren salir huyendo y vivir en él para olvidarse de los Juegos, pero como he dicho, la alambrada casi siempre está electrificada y los agentes de la paz no paran de pasear cerca y es imposible pasar al otro lado. Sólo los mejores cazadores y los más intrépidos se cuelan al otro lado para cazar animales salvajes (ciervos, conejos...), pero cazar está contra las leyes. Recuerdo una vez en la que un hombre tenía a su mujer a punto de morir de hambre y excavó muy hondo en la tierra que hay junto la alambrada para colarse y cazar algo. Un agente de la paz lo vio volver con varios conejos cazados y estuvieron a punto de ahorcarle, pero le perdonó la vida y le dejó llevarse los conejos.
Me tumbo en el verde campo y miro al cielo, que tiene un color celeste. Me quedo tumbada, pensando en la pesadilla una vez más. ¿Será verdad que saldré en los Juegos del este año o ha sido sólo una pesadilla normal? Muchos niños sueñan que salen como tributos. Yo lo soñaba cuando era más pequeña y me despertaba llorando. Mi madre venía para cogerme entre sus brazos y tranquilizarme. Me acompañaba cada vez que tenía esa maldita pesadilla y se quedaba sentada en el borde de mi cama hasta que estuviese de nuevo dormida. Este año se celebran los 68º Juegos del Hambre, que exactamente empieza la semana que viene. Cierro fuerte los ojos porque no soporto la idea de que mi nombre salga de aquella urna. Los abro de nuevo y veo como dos sinsajos vuelan camino del bosque. Los sinsajos es una especie de ave del Capitolio. Un año, los Distritos se revelaron contra el Capitolio y éste creó los charlajos, que eran capaces memorizar cualquier conversación humana, de ese modo, el Capitolio se enteraba de los planes de los rebeldes. Cuando éstos se dieron cuenta, empezaron a conversar de manera falsa, mientras que tenían otro plan en mente. El Capitolio se dio cuenta y abandonaron a todos los charlajos. Estos pájaros se aparearon con las hembras, llamadas sinsotes y de ahí salieron los sinsajos. Los sinsajos también son capaces de memorizar algunas notas y se callan para oírlas y memorizarlas.
Me incorporo poco a poco hasta que logro sentarme. Ya es hora de que vaya a casa, mi madre debe de estar levantada y puede que preocupada, aunque creo que sabe dónde estoy. Me levanto y ando hacia mi casa, cogiendo de nuevo el camino de antes, el más corto. Antes de adentrarme en las estrechas calles, me detengo y lo pienso mejor, para echar el paseo iré por el camino largo. Me doy media vuelta y empiezo a andar. Al cabo de varios minutos, ya estoy en la plaza del Ayuntamiento y veo que hay personas que están preparando el escenario, la gran pantalla, las cuerdas donde se clasifican los niños... Me entra un escalofrío por la espalda y salgo corriendo hacia allí para no tener esa idea en la mente. Por el camino, me encuentro a hombres y algunas mujeres que van de camino hacia las fábricas para trabajar. En este Distrito, cualquier trabajo (cuidar de la casa de otra persona, trabajar en las fábricas, cuidar de los niños de otras personas...) sirve con tal de conseguir un poco de comida o algo de dinero. Por fin llego a casa y veo que mi madre está en la cocina, bebiendo té. No me dice nada cuando llego porque seguro que se imagina donde he estado.
-¿Otra pesadilla?-me pregunta, dejando de beber y yo asiento con la cabeza.
Ella se levanta y me da una taza de té. Está caliente y me la voy bebiendo despacio. Cuando ya he terminado de beber, pongo la taza en el fregadero. Mi madre se va a trabajar; se queda de niñera con algunos niños. Me quedo de pie al lado del fregadero pensando en qué hacer hasta que llaman a la puerta y presiento que me van a quitar el aburrimiento.
TERCER LIBRO: Annie y el ladrón de los objetos
Capítulo 1: El instituto
Me levanto gracias a mi padre, que me llama a voces desde el piso de abajo.
-¡Annie! ¡Annie!-me grita mientras entra por la habitación.-¿Es que no te has enterado?
Me
levanto de mi cama un poco dormida. Hoy es el primer día de clases,
septiembre, una vez más, el instituto empieza de nuevo y yo avanzo un
curso más. Mi amiga Patricia me llamó ayer para quedar e ir al instituto
juntas, pero me negué rotundamente, no tuve motivos para explicarle la
verdad porque era simplemente que no tenía ganas. Así que le conté que
mis padres me habían castigado, y hoy seguro que viene a pedir
explicaciones.
Mi
padre se va y me visto con algo de ropa de invierno, porque aquí en
Minnesota las temperaturas son un poco bajas, por no decir bastantes. Me
pongo unos pantalones negros cómodos largos y una camiseta de manga
larga de rayas anchas de colores blancas y verdes y me calzo unos
botines blancos. Bajo a desayunar a la cocina y me encuentro a mi madre
despidiendo a mi padre para que se vaya al trabajo. Éste, al verme bajar
los últimos escalones, me señala con el dedo y me dice:
-Existe
la palabra y objeto llamado despertador, ¿sabes? Ya han empezado de
nuevo las clases, toca madrugar un poco, Annie-dice y acto seguido, sale
por la puerta y mi madre cierra.
Me quedo allí de pie y mi madre me habla.
-Venga, a desayunar cielo.
Me
voy hacia la cocina y me siento en una silla blanca y mi madre me pone
un tazón de leche con cereales y una cuchara y empiezo a desayunar. Al
ver el reloj de la cocina, veo que las agujas marcan las siete y media y
las clases empiezan a las ocho. El primer día siempre tenemos dos horas
de tutoría y el resto, recreo o si quieres, puedes estar en las clases o
pasillos.
Termino
de desayunar y me coloco mis patines negros y rosa oscuro y me pongo la
protección. Normalmente voy en bicicleta, pero se le ha pinchado una
rueda y tengo que ir en patines, cargando con una bolsa para meterlos al
llegar al instituto. Por la calle patino rápida, tengo bastante
práctica. No me extraña que la gente se me quede mirando cuando voy por
la calle. Mi amiga dice que soy atractiva, pero al verme en el espejo
veo un pelo liso largo entre rubio y castaño claro, con un flequillo
siempre a la derecha. Una nariz, una boca y dos ojos grandes marrones.
No sé en qué soy atractiva. Llego al instituto a los veinte minutos y me
paro detrás de la verja que hay y me quito la protección y los patines
(intentando no apoyar el pie en el suelo mojado) y los meto en la bolsa
gris y me calzo de nuevo los botines blancos. Otros alumnos vienen en
autobús, otros en bicicleta, en patines o los padres le traen en coche.
Me dirijo a la entrada y subiendo los escalones de ésta, veo que han
hecho un aparcamiento para coches. Es nuevo, el año pasado no estaba.
Serán para los profesores y alumnos mayores que ya tengan el carné de
conducir. Me meto entre los pasillos y me dirijo al barullo de gente que
hay a lo largo de una pared, viendo las listas de las clases. Al girar
la esquina de un último pasillo, una mano se coloca en mi hombro
izquierdo y me giro. Patricia.
-Ya me puedes dar explicaciones, Annie, porque sé que ayer no estuviste castigada-dice enfurecida.
-Tienes
razón. Ayer estuvieron en mi casa mis primos pequeños y me tuvieron
entretenida hasta bien tardo y cuando me llamaste, no podía dejarlos
solos-miento, pero ella se lo cree.
-Eso
está mucho mejor, pero... claro, cuidar de tus primos pequeños es...
como un castigo. ¡Ja, ja, ja! Mi pobre buena amiga-dice mientras echa un
brazo suyo por encima de mis hombros.-No hace falta que veas las
listas, nos ha tocado en la misma clase. Este año estamos en el piso de
arriba
-¿Escaleras,
entonces?-pregunto porque un año me tocó subir todos los días unos
veinte escalones y era muy agotador cuando llevas cargada la mochila con
carpetas, libros...
Patricia asiente con la cabeza y nos dirigimos a subir escaleras.
Este
año han venido alumnos nuevos, como todos los años, pero este año han
venido más que ningún otro. Nos quedamos quietas en medio de las
escaleras y mi amiga me coge de la muñeca y me aparta a un lado y me
clava sus ojos en los míos.
-¿Qué pasa?
-¿No te has dado cuenta?-pregunta
-¿De qué se supone que me tengo que dar cuenta?
-Ése hombre de ahí es nuestro tutor, es maestro de ciencias-me dice, señalando con al cabeza a un hombre alto, de hombros anchos y pelo gris.
-Empezamos bien el curso. ¿De ciencias, has dicho?
-Sí. Joder, verás lo que nos va a liar este-dice y suspira.
Miro al hombre que pasa por nuestro lado y cuando se marcha, ella sigue mirando al hombre, y por sacar un tema, le comento algo.
-Eh, te ha crecido el pelo.
-¡Te has dado cuenta! Hoy vienes dormida, ¿eh?
Subimos el resto de las escaleras y llegamos arriba del todo. Mi amiga jadea y tiene la lengua fuera de la boca. Las pintas que tiene ahora mismo hacen que me ría y ella cobra la compostura y se cruza de brazos sobre el pecho.
-Hace gracia, ¿no?-dice algo molesta, pero me da igual.-Muy bien, verás cuando esté un poco más en forma que tu, verás cómo te ríes...
-Patricia, tu vienes y te vas todos los días en coche. En cambio, yo vengo y me voy en patines o en bicicleta-le digo y ambas nos reímos.
Buscamos la clase A18, que es la nuestra y que la encontramos al fondo del pasillo. Ya hay alumnos que ya están esperando a que abran sus clases. Algunos están en el suelo y otros de pie. Patricia y yo nos colocamos frente a la puerta de la clase y ya hay algunos compañeros sentados en el suelo.
-Hola-saludamos las dos a la vez y nos quedamos de pie esperando a que nuestro tutor llegue.
Observo a algunos de mis antiguos compañeros del curso anterior. Debbie, que no me hablo con ella desde hace algunos años, tras comentar un tema que me ocurrió de pequeña, sobre los siete años cuando Debbie me empujó desde el balcón de mi casa y de milagro me mato. Cam, un chico de ojos azulísimos y que siempre me ha dejado los deberes cuando no los he podido hacer. Por último, está Daniella, una chica baja y tímida que no hablé mucho con ella el año pasado. Es extranjera, tampoco es que tenga muchos amigos.
-¿Qué pasa?
-¿No te has dado cuenta?-pregunta
-¿De qué se supone que me tengo que dar cuenta?
-Ése hombre de ahí es nuestro tutor, es maestro de ciencias-me dice, señalando con al cabeza a un hombre alto, de hombros anchos y pelo gris.
-Empezamos bien el curso. ¿De ciencias, has dicho?
-Sí. Joder, verás lo que nos va a liar este-dice y suspira.
Miro al hombre que pasa por nuestro lado y cuando se marcha, ella sigue mirando al hombre, y por sacar un tema, le comento algo.
-Eh, te ha crecido el pelo.
-¡Te has dado cuenta! Hoy vienes dormida, ¿eh?
Subimos el resto de las escaleras y llegamos arriba del todo. Mi amiga jadea y tiene la lengua fuera de la boca. Las pintas que tiene ahora mismo hacen que me ría y ella cobra la compostura y se cruza de brazos sobre el pecho.
-Hace gracia, ¿no?-dice algo molesta, pero me da igual.-Muy bien, verás cuando esté un poco más en forma que tu, verás cómo te ríes...
-Patricia, tu vienes y te vas todos los días en coche. En cambio, yo vengo y me voy en patines o en bicicleta-le digo y ambas nos reímos.
Buscamos la clase A18, que es la nuestra y que la encontramos al fondo del pasillo. Ya hay alumnos que ya están esperando a que abran sus clases. Algunos están en el suelo y otros de pie. Patricia y yo nos colocamos frente a la puerta de la clase y ya hay algunos compañeros sentados en el suelo.
-Hola-saludamos las dos a la vez y nos quedamos de pie esperando a que nuestro tutor llegue.
Observo a algunos de mis antiguos compañeros del curso anterior. Debbie, que no me hablo con ella desde hace algunos años, tras comentar un tema que me ocurrió de pequeña, sobre los siete años cuando Debbie me empujó desde el balcón de mi casa y de milagro me mato. Cam, un chico de ojos azulísimos y que siempre me ha dejado los deberes cuando no los he podido hacer. Por último, está Daniella, una chica baja y tímida que no hablé mucho con ella el año pasado. Es extranjera, tampoco es que tenga muchos amigos.
CUARTO LIBRO: Lo estoy escribiendo xD A esperar :3
Gracias por usar unos minutos de tu valiosa vida en leer esta página (y si te has pasado mejor, muchas gracias)
como mola el blog de nerea y lo de prohivido el paso y lo de que ya no podras volver atras
ResponderEliminar¡¡¡Esta página es muy díver!!! Jajaja... XD
ResponderEliminarMe encanta el de Los Juegos del Hambre *.* soy superfan de esa película!!!
ResponderEliminarPD: Tus historias son geniales, sigue así!!!